Texto relacionado con las medidas correctivas tomadas por los administradores para restaurar las operaciones normales de la red.

Problemas de conexión, bajo rendimiento, congestión y fallos de hardware son los problemas más comunes en las redes. Estos fallos se pueden identificar mediante la monitorización del tráfico de la red, la realización de pruebas de diagnóstico, el análisis de registros y la configuración de alertas para detectar comportamientos anormales.

Las funcionalidades para la gestión de fallos incluyen la monitorización en tiempo real, las alertas y la correlación de eventos entre otros. Estas características son fundamentales para detectar fallos en la red, determinar su ubicación precisa y ofrecer soluciones rápidas para reducir al mínimo el tiempo de inactividad de la red.

Cuando se detecta una falla o error en una red, se activan notificaciones llamadas alarmas y eventos de red. Se utilizan para brindar alertas y notificaciones sobre problemas en la red en tiempo real.

Cuando una interfaz se cae o un dispositivo falla, una alarma de red es una notificación crítica que requiere atención inmediata. Por otro lado, un evento de red es una notificación más común que puede no requerir acción inmediata, como un cambio en los patrones de tráfico de la red o un aumento en la utilización de la CPU. Sin embargo, tanto las alarmas como los eventos son útiles para detectar y resolver problemas de red y deben ser monitorizados continuamente para asegurar un rendimiento óptimo de la red.

En la gestión de redes, la correlación de eventos analiza múltiples eventos que ocurren dentro de un sistema para determinar la causa principal de un problema. Ayuda a reducir el ruido causado por la gran cantidad de eventos, lo que permite a los operadores concentrarse en los problemas urgentes. La correlación de eventos es fundamental porque ayuda a identificar patrones en los eventos y las alarmas para que se puedan diagnosticar y resolver problemas de red de manera más eficiente.

Establecer umbrales y disparadores para las alarmas de red es crucial porque permite la rápida identificación de cambios en la actividad normal de la red. La detección temprana ayuda a prevenir problemas importantes, priorizar las respuestas y asegurarse de que los recursos se distribuyan de manera efectiva para una resolución rápida.